
Il Cavalieri Berlusconi parece sentirse un legítimo heredero de esta milenaria tradición, que ya tuvo ocasión de practicar a pequeña escala cuando trabajó como cantante de cruceros. Es mas, parece dispuesto a intercambiar experiencias con su buen amigo Sarkozy, con quien últimamente ha impulsado leyes cuestionables que afectan a millones de ciudadanos europeos, mientras deja que la prensa se ocupe de asuntos más ligeros.
O quizás solo sea una casualidad que Berlusconi movilice al ejército italiano y lo coloque en las calles para proteger a los italianos de “las hordas gitanas”, mientras persiste el problema de la basura y la camorra en las calles de Nápoles, los graves escándalos con la seguridad de los alimentos, o el hartazgo de media Italia por el manejo arbitrario de las leyes, como el reciente decreto para exculparse a sí mismo y a otros tres cargos del Estado por delitos penales.
