Unos 20 siglos han pasado desde que los emperadores romanos perfeccionaron su estrategia para mantener al pueblo distraído de los asuntos político-militares. Desde Julio César -que distribuía el trigo gratuitamente- hasta Aureliano -que entregaba dos panes y una entrada al circo- casi todos ellos practicaron su táctica favorita: panem et circense.
Il Cavalieri Berlusconi parece sentirse un legítimo heredero de esta milenaria tradición, que ya tuvo ocasión de practicar a pequeña escala cuando trabajó como cantante de cruceros. Es mas, parece dispuesto a intercambiar experiencias con su buen amigo Sarkozy, con quien últimamente ha impulsado leyes cuestionables que afectan a millones de ciudadanos europeos, mientras deja que la prensa se ocupe de asuntos más ligeros.
O quizás solo sea una casualidad que Berlusconi movilice al ejército italiano y lo coloque en las calles para proteger a los italianos de “las hordas gitanas”, mientras persiste el problema de la basura y la camorra en las calles de Nápoles, los graves escándalos con la seguridad de los alimentos, o el hartazgo de media Italia por el manejo arbitrario de las leyes, como el reciente decreto para exculparse a sí mismo y a otros tres cargos del Estado por delitos penales.
Sarkozy, por su parte, desde el inicio de su mandato ha mostrado una vocación mediática y no dudó en presentar al mundo a su belle dame, precisamente en el coliseo romano. Dejó que la diva se quitara la ropa; que cantara y embelesara con su música a su querido pueblo francés...mientras impulsaba en el parlamento europeo una ley que permitía a las empresas ampliar la jornada laboral de 48 hasta 65 horas, quebrando de un plumazo un histórico logro del movimiento sindical, que le costó décadas conseguir.
Il Cavalieri Berlusconi parece sentirse un legítimo heredero de esta milenaria tradición, que ya tuvo ocasión de practicar a pequeña escala cuando trabajó como cantante de cruceros. Es mas, parece dispuesto a intercambiar experiencias con su buen amigo Sarkozy, con quien últimamente ha impulsado leyes cuestionables que afectan a millones de ciudadanos europeos, mientras deja que la prensa se ocupe de asuntos más ligeros.
O quizás solo sea una casualidad que Berlusconi movilice al ejército italiano y lo coloque en las calles para proteger a los italianos de “las hordas gitanas”, mientras persiste el problema de la basura y la camorra en las calles de Nápoles, los graves escándalos con la seguridad de los alimentos, o el hartazgo de media Italia por el manejo arbitrario de las leyes, como el reciente decreto para exculparse a sí mismo y a otros tres cargos del Estado por delitos penales.
Sarkozy, por su parte, desde el inicio de su mandato ha mostrado una vocación mediática y no dudó en presentar al mundo a su belle dame, precisamente en el coliseo romano. Dejó que la diva se quitara la ropa; que cantara y embelesara con su música a su querido pueblo francés...mientras impulsaba en el parlamento europeo una ley que permitía a las empresas ampliar la jornada laboral de 48 hasta 65 horas, quebrando de un plumazo un histórico logro del movimiento sindical, que le costó décadas conseguir.