22 jun 2010

PRESIDENTA

El pasado mes de mayo asumió el gobierno de Costa Rica Laura Chinchilla, convirtiéndose en la primera mujer gobernante de ese país. La noticia pasó desapercibida -entre otros asuntos más truculentos que acaparan titulares- como casi siempre sucede con los acontecimientos más interesantes.

Cuando asumió el mando, Chinchilla señaló: “Este es el momento para construir una política en la que el liderazgo no consista en dictar una clase o articular una arenga, sino en compartir coincidencias y articular acuerdos”. Si, dijo eso: compartir coincidencias y articular acuerdos, y me gustó tanto que lo expusiera en un continente donde muchos latinoamericanos gustan del “látigo”; de la “mano dura” de caudillos bocones y déspotas.

La nueva presidenta se refirió a la decisión histórica de su país, hace más de 60 años, de prescindir de un ejército, y dijo que trabajará por una Costa Rica “capaz de mantener su liderazgo moral en el mundo gracias a la defensa de la paz, la libertad y los derechos humanos”. “Constituye, más bien, un imperativo ético escuchar, poner oído atento y deliberar. Esta premisa orientará la acción de mi gobierno” señaló Chinchilla en su discurso.

Si se ha notado, dos menciones a dos palabras casi desaparecidas en los discursos políticos: ética y moral; que ya no se aluden ni siquiera para ser “políticamente correctos”. Si, ya sé que son solo palabras; que los actos y la congruencia son lo importante a evaluar; pero no deja de ser significativo que esta mujer las ponga como prioridad de su gobierno.

No hay comentarios: